FAMILIAS EN SITUACIÓN
DIFÍCIL
1 de Octubre de 2014
Artículo escrito por Mons.
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas,
Chiapas.
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Durante
esta semana, realizamos el VII Encuentro eclesial de las tres diócesis de la
Provincia de Chiapas, con el objetivo de reflexionar los desafíos pastorales de la familia
en el contexto de la nueva evangelización, para seguir acompañando
a las familias en situaciones difíciles, según el Evangelio y las exigencias de
la realidad actual. Lo hacemos en sintonía con el Sínodo extraordinario de
obispos de todo el mundo, que se lleva a cabo en Roma, convocado por el Papa
Francisco. Nuestra guía es el Instrumentum
laboris del mismo Sínodo,
que contiene las respuestas de las iglesias de los cinco
continentes a la encuesta que oportunamente se hizo sobre la situación de la
familia en el contexto actual.
Abordaremos
estos temas: El designio
de Dios acerca del matrimonio y la familia. Conocimiento y recepción de la
Sagrada Escritura y de los Documentos de la Iglesia sobre el matrimonio y la
familia. Evangelio
de la familia y ley natural. La familia y la vocación en la persona de Cristo.
La pastoral de la familia:
las diversas propuestas actuales. Los
desafíos pastorales de la familia. Las situaciones familiares difíciles. Las
uniones entre personas del mismo sexo. Los desafíos pastorales acerca de la
apertura a la vida.
La
Iglesia y la familia frente al desafío educativo, en general, y la educación
cristiana en situaciones familiares difíciles.
Conoceremos
la situación mundial de las familias y las respuestas pastorales que está dando
la Iglesia, para intentar nosotros hacer un aterrizaje a nuestra realidad chiapaneca
y sugerir algunas pistas de pastoral familiar para nuestras diócesis.
PENSAR
Al
respecto, dice el Papa Francisco: “La
familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y
vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se
vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad,
el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y
donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto
como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de
cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero
el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la
emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan
los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por
definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que
aceptan entrar en una unión de vida total».
El
individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita
el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que
desnaturaliza los vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor
todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que
sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales” (EG
66-67).
“Doblemente
pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y
violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de
defender sus derechos. Sin embargo, también entre ellas encontramos
constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y
el cuidado de la fragilidad de sus familias” (EG
212).
ACTUAR
Salvemos
la familia que se califica como tradicional, con un padre, una madre e hijos,
con vínculos afectivos hacia los abuelos y los parientes cercanos, pero estemos
atentos y con un corazón generoso, como el de Dios, para no juzgar y condenar
otros estilos de familia que van apareciendo, sobre todo en ambientes urbanos:
madres solas y abandonadas, abuelos que hacen de padres, separados, divorciados
vueltos a casar, uniones libres e, incluso, sociedades de convivencia. Hay
casos que no concuerdan con el plan de Dios sobre el matrimonio, pero no es la
condenación y exclusión el camino pastoral de la Iglesia, sino la
cercanía pastoral, para ofrecer un sendero de conversión y salvación. La
actitud prevalente de Jesús es la misericordia. Así debemos ser en la Iglesia.

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