YO VOY A VER QUÉ ME
DAN
24 de Septiembre de
2014
Artículo escrito por Mons.
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
VER
Han empezado las campañas electorales, sobre todo para las presidencias
municipales, aunque también se calientan motores para la gubernatura y otros
puestos políticos. Aunque las leyes prohíben hacer campañas explícitas, se
disfrazan de “informes” y de otras artimañas, pues lo importante es moverse,
recorrer comunidades, reunirse con grupos, buscar aliados, hacer compromisos,
todo ello con un sabor netamente electoral. La ley no lo permite, pero
saben que si no buscan subterfugios y alternativas, se les van las
oportunidades. ¡Cada quien sabe sus estrategias! Lo preocupante y poco noble es
que se han corrompido las campañas haciéndolas consistir en regalar cosas a los
pobres, como tratando de comprar su voto. Les regalan camisetas, gorras,
cubetas, láminas, pollitos, refrescos, tamales y tantas otras cosas. Alguien se
ingenió para preparar una o más vacas en barbacoa, y dio de comer a toda la
gente que llegó al mitin. No faltan quienes regalan imágenes religiosas y hasta
biblias (no católicas), con tal de atraer simpatizantes.
Comentando esto con un indígena y preguntándole por qué iba a un evento de estos
con un candidato que yo sabía no le interesaba en lo más mínimo, me dijo: “Yo voy a ver qué me dan”.
E iba con cualquier candidato. No le importaba escuchar planteamientos,
comparar personas y programas, sino lograr que le regalaran algo, sea lo que fuere.
¿Eso es madurez cívica? Algunos incluso comparan quién da más, para quizá
pensar en darle su voto, pero no porque sea la mejor opción para la comunidad,
sino porque espera que le regalen más cosas. ¿Eso es educar al pueblo en
conciencia política? ¿Ese es el ciudadano que queremos promover? Tan se ha
degradado la política, que muchos piensan que si no es con estos métodos, no
pueden obtener el puesto al que aspiran. Saben que si no regalan cosas, pocos
les harían caso. Ya no importan los discursos, las ideologías partidistas, las
consultas populares, los proyectos, sino recursos para regalar cosas.
A un conocido de otra entidad, para convencerlo de que aceptara la
candidatura de un partido, una persona le ofreció un millón de pesos, y otro
casi la mitad, como si fuera un obsequio generoso. Pero ese apoyo se lo
cobraría con creces, si salía victorioso en la campaña, para recuperar su
“inversión electoral”. ¿Esto es ennoblecer la política?
PENSAR
Dice el Papa Francisco “Si
bien el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la
política, la Iglesia no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la
justicia. Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a
preocuparse por la construcción de un mundo mejor” (EG 183).
“La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que
deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen sólo
apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin
perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral” (EG 203).
“¡Pido a Dios que crezca el número de
políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente
a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo!
La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más
preciosas de la caridad, porque busca el bien común. ¡Ruego al Señor que
nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo,
la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes
financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que
haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos.
¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de
que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva
mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta
entre la economía y el bien común social” (EG
205).
ACTUAR
Que el pueblo no se deje comprar, sino que analice la historia de los
candidatos, sus cualidades, su experiencia de servicio comunitario, su
estabilidad familiar, su coherencia religiosa, la fidelidad a su palabra, su
proyecto.

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