¡BASTA YA!
Texto
del Mensaje de los Obispos de México al pueblo de México al finalizar la
Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
El pasado miércoles 12 de Noviembre, los
Obispos de México, reunidos en su XCVII Asamblea Plenaria de la Conferencia del
Episcopado Mexicano (CEM), enviaron un Mensaje al pueblo de México titulado ¡Basta
Ya!
Ante
los momentos difíciles que se viven en nuestra patria, a causa de diversas
formas de injusticia, inequidad, indiferencia, inseguridad, miseria,
corrupción, impunidad, violencia y muerte, como ha quedado evidenciado en los
terribles sucesos de Iguala, los Obispos de México levantaron la voz,
comprometiéndose «a colaborar para superar las causas de esta crisis». A
continuación, les compartimos este interesante Mensaje de los Obispos mexicanos.
¡BASTA YA!
«Los Obispos de México decimos: ¡Basta
ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más
desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza. Compartimos como
mexicanos la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o
están desaparecidos en Iguala, en Tlatlaya y que se suman a los miles de
víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país. Nos unimos al clamor
generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una
profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que
asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse.
Reunidos para reflexionar sobre los
desafíos actuales, vemos en esta crisis un llamado para construir un país que
valore la vida, dignidad y derechos de cada persona, haciéndonos capaces de
encontrarnos como hermanos.
En el año 2010, en la exhortación
pastoral “Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna” advertíamos sobre
el efecto destructor de la violencia, que daña las relaciones humanas, genera
desconfianza, lastima a las personas, las envenena con el resentimiento, el
miedo, la angustia y el deseo de venganza; afecta la economía, la calidad de
nuestra democracia y altera la paz.
Con tristeza reconocemos que la
situación del país ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional.
Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse
indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la
lamentable corrupción de las autoridades. Queda al descubierto una situación
dolorosa que nos preocupa y que tiene que ser atendida por todos los mexicanos,
cada uno desde su propio lugar y en su propia comunidad.
En nuestra visión de fe, estos hechos
hacen evidente que nos hemos alejado de Dios; lo vemos en el olvido de la
verdad, el desprecio de la dignidad humana, la miseria y la inequidad
crecientes, la pérdida del sentido de la vida, de la credibilidad y confianza
necesarias para establecer relaciones sociales estables y duraderas.
En medio de esta crisis vemos con
esperanza el despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los
últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la
complicidad de algunas autoridades. Creemos que es necesario pasar de las
protestas a las propuestas. Que nadie esté como buitre esperando los despojos
del país para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y
los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la
participación de todos para edificar un país para todos.
Estamos en un momento crítico. Nos
jugamos una auténtica democracia que garantice el fortalecimiento de las
instituciones, el respeto de las leyes, y la educación, el trabajo y la
seguridad de las nuevas generaciones, a las que no debemos negarles un futuro
digno. Todos somos parte de la solución que reclama en nosotros mentalidad y
corazón nuevos, para ser capaces de auténticas relaciones fraternas, de amistad
sincera, de convivencia armónica, de participación solidaria.
Nos vemos urgidos junto con los actores
y responsables de la vida nacional a colaborar para superar las causas de esta
crisis. Se necesita un orden institucional, leyes y administración de justicia
que generen confianza. Es indispensable la participación de la ciudadanía para
el bien común. Sin el acompañamiento y la vigilancia por parte de la sociedad
civil, el poder se queda en manos de pocos.
Ante la situación que enfrentamos, los
Obispos de México queremos unirnos a todos los habitantes de nuestra nación, en
particular a aquellos que más sufren las consecuencias de la violencia,
acompañándoles, en su dolor, a encontrar consuelo y a recuperar la
esperanza.
Jesucristo es nuestra paz. Él está
presente en su Palabra, en la Eucaristía, en donde dos o más se reúnen en su
nombre, en todo gesto de amor misericordioso y en el compromiso por construir la
paz en la verdad y la justicia.
Con esta certeza, redoblaremos nuestro
compromiso de formar, animar y motivar a nuestras comunidades diocesanas para
acompañar espiritual y solidariamente a las víctimas de la violencia en todo el
país. A colaborar con los procesos de reconciliación y búsqueda de paz. A
respaldar los esfuerzos de la sociedad y sus instituciones a favor de un
auténtico Estado de Derecho en México. A seguir comunicando el Evangelio a las
familias y acompañar a sus miembros para que se alejen de la violencia y sean
escuelas de reconciliación y justicia.
Agradecemos al Papa Francisco su
cercanía y preocupación en estas circunstancias. Unidos a él, celebraremos el
próximo 12 de diciembre la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, haciendo una
jornada de oración por la paz. Le pediremos su intercesión por la conversión de
todos los mexicanos, particularmente la de quienes provocan sufrimiento y
muerte.
Que Santa María de Guadalupe, Madre del
verdadero Dios por quien se vive, que reclama a sus hijos desaparecidos y ruega
por la paz en México, interceda por nosotros para que una oleada de amor nos
haga capaces reconstruir la sociedad dañada».

No hay comentarios.:
Publicar un comentario