OBISPOS Y COMUNICACIÓN
12 de Noviembre de 2014
Artículo escrito por Mons.
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
VER
Más de un centenar de obispos
mexicanos estamos reunidos en asamblea ordinaria, para reflexionar sobre la
importancia de la comunicación al interior de la Iglesia y la comunicación para
llevar el Evangelio por los modernos medios de la tecnología comunicacional.
Varios expertos del país, de América Latina y del Pontificio Consejo para las
Comunicaciones, nos están compartiendo sus puntos de vista al respecto. Se nos
ha animado a no tener miedo para acceder a este “continente digital”, sino ser
creativos y propositivos, pues de no hacerlo, seríamos irresponsables con
nuestra misión evangelizadora.
Hemos dicho que, a nivel de nuestras
diócesis, hay bastante presencia en los medios locales; pero es clara nuestra
ausencia a nivel nacional. Y los medios forman o deforman las culturas, pueden
ayudar a mejorar la vida o difunden actitudes más de consumo que de valores
profundos y trascendentes. Las redes sociales pueden despertar un movimiento
social para defender derechos, o provocar reacciones violentas que nadie puede
controlar. Y allí deben estar presentes el Evangelio, la Iglesia, los valores
del Reino de Dios: la paz, la verdad, el bien, la justicia y la reconciliación.
Y esta no es tarea exclusiva de los obispos, sino de todos cuantos formamos la
Iglesia, sobre todo los laicos bien convencidos de su fe.
PENSAR
Al respecto, dice el Papa Francisco: “Están
apareciendo nuevas formas de conducta, que son resultado de una excesiva
exposición a los medios de comunicación social. Eso tiene como consecuencia que
los aspectos negativos de las industrias de los medios de comunicación y de
entretenimiento ponen en peligro los valores tradicionales” (EG 62).
“Vivimos en una sociedad de la
información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo
nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de
plantear las cuestiones morales. Por consiguiente, se vuelve necesaria una
educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración
en valores” (EG
64).
“Los ambientes rurales, por la
influencia de los medios de comunicación de masas, no están ajenos a estas
transformaciones culturales que también operan cambios significativos en sus
modos de vida” (EG
73).
“Se impone una evangelización que
ilumine los nuevos modos de relación con Dios, con los otros y con el espacio,
y que suscite los valores fundamentales. Es necesario llegar allí donde se
gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jesús los
núcleos más profundos del alma de las ciudades” (EG 74).
ACTUAR
Estemos abiertos a las nuevas
posibilidades que nos abren las tecnologías para la comunicación, no para
hacernos propaganda proselitista, ni por otros intereses económicos, sino para
comunicar el gran tesoro que hemos recibido, que es la persona de Jesús, su
amor y su misericordia, su perdón y esperanza. En Jesús encontramos el camino
para enfrentar cualquier problema, sea personal, familiar, comunitario,
nacional y mundial.
Si los asesinos de los jóvenes de Ayotzinapa
hubieran conocido bien a Jesús, más allá del catecismo que quizá aprendieron de
niños, y si hubieran tenido una oportunidad de un encuentro vivo y personal con
El, su conducta sería totalmente otra. Quien conoce a Jesús y se decide por El,
nunca hará daño a nadie; todo lo contrario, tratará a los demás como hermanos,
hijos del mismo Padre Dios.
Si los ladrones, extorsionadores,
violentos, infieles, mentirosos, secuestradores, alcohólicos, drogadictos,
tratantes de personas, agresores sociales, anárquicos, injustos, explotadores
de migrantes, etc., conocieran a Jesús y su Evangelio, otra sería su forma de
vivir, pues El nos enseña a amarnos, a respetarnos, a ayudarnos, a ser
solidarios.
Si usted piensa que estos son consejos
piadosos, le reto a que haga la prueba de acercarse a Jesús, por medio de su
Palabra, por la oración, por los sacramentos, por la participación en grupos
apostólicos y, sobre todo, por servicios a los pobres; verá que su vida
cambiará por completo. Haga la prueba y “verá cuán bueno es el Señor”.

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