SEMINARIOS DE
VENEZUELA
29 de Octubre de 2014
Artículo escrito por Mons. Felipe
Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
VER
Tres obispos mexicanos, designados desde Roma por la
Congregación para el Clero, estamos realizando una Visita Apostólica a
los Seminarios que hay en Venezuela, con el objetivo de dar seguimiento a las
inquietudes que planteó el Concilio Plenario que se llevó a cabo
en este país en el año 2006, en particular sobre la formación de los candidatos
al sacerdocio, como la conveniencia o no de seminarios menores y provinciales,
los cursos introductorios, la formación intelectual y espiritual, el
acompañamiento vocacional y pastoral, el paso de un seminario a otro, etc. No
vinimos a fiscalizar, ni a dar normas, sino a acompañar y animar los procesos
que esta Iglesia quiere dar, para formar buenos pastores para su pueblo.
En Venezuela hay 34 diócesis y 3 Vicariatos
Apostólicos. Sólo en 18 diócesis hay Seminario, o alguna etapa del mismo. Las
que no tienen, envían a sus alumnos a los lugares donde hay. En 4 hay Seminario
Menor: Cabimas, Mérida, Barinas y San Cristóbal. Cursos Introductorios, sólo
hay en 11: Barquisimeto, Castrense en Caracas, Ciudad Bolívar, Coro, Cumaná,
Maracaibo, Mérida, Barinas, San Cristóbal, Maracay y San Carlos. Tienen
Filosofía y Teología en Barquisimeto, Santa Rosa de Lima, Redemptoris Mater y
Castrense de Caracas, La Guaira, Ciudad Bolívar, Maturín, Maracaibo, Mérida,
Barinas, San Cristóbal, Trujillo y Valencia. Coro sólo tiene Filosofía.
Hemos escuchado a los alumnos, a los profesores y
formadores, a los trabajadores, a los obispos, y comprobamos los grandes
esfuerzos que se están haciendo para consolidar la formación en lo humano,
espiritual, comunitario, intelectual y pastoral. Hace unos 30 años, estuve aquí
para algunos servicios que dábamos de parte de la Organización de Seminarios
Latinoamericanos (OSLAM), y he gozado con el aumento de vocaciones, formadores
capacitados y seminarios. Lo alcanzado es digno de celebrar y de reconocer.
PENSAR
Venezuela pasa por momentos delicados. Los futuros
presbíteros no pueden vivir al margen de los gozos y esperanzas, dolores y
sufrimientos de su pueblo. Por ello, las Normas Básicas para la
Formación Sacerdotal en Venezuela, aprobadas desde 1998 y en proceso de
revisión, establecen, entre otras cosas:
“En la fase actual de la vida de la Iglesia y de la
sociedad, los presbíteros son llamados a vivir en profundidad su
ministerio, teniendo en consideración las exigencias más profundas, numerosas y
delicadas, no sólo de orden pastoral, sino también las realidades culturales y
sociales a las que tienen que hacer frente” (No. 41).
“El sacerdote está llamado a ejercer su ministerio
como hizo Jesús, cuando en la sinagoga mostró que vino a evangelizar a los
pobres. Esta opción preferencial por los pobres debe inspirar a los sacerdotes
a una acción evangelizadora comunitaria y personal, encontrando en la fe los
rostros desfigurados por el hambre, consecuencia de la inflación, de la deuda
externa y de injusticias sociales; los rostros desilusionados de los políticos,
que prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de su propia
cultura, que no es respetada y es incluso despreciada; los rostros
aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros angustiados
de los menores abandonados, que caminan por nuestras calles y duermen bajo
nuestros puentes; los rostros sufridos de las mujeres humilladas y postergadas;
los rostros cansados de los inmigrantes…” (No. 54).
“Durante el proceso de formación al sacerdocio, los
futuros candidatos al sacramento del Orden, deberán adquirir y cultivar el
discernimiento evangélico de los principales signos de los tiempos. En este
contexto, se impone que los futuros sacerdotes reflexionen sobre los problemas
sociales, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia” (No. 81).
ACTUAR
Como Iglesia solidaria y samaritana, hemos de expresar
nuestra comunión con las demás iglesias, sobre todo latinoamericanas, que pasan
por situaciones complicadas, por las mismas condiciones del pueblo al que
sirven. Sobre todo en momentos de persecución, estamos llamados a apoyarnos
como hermanos.
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