EL SINODO SOBRE LA
FAMILIA
Texto Oficial de la Catequesis del Papa
Francisco durante la Audiencia General del miércoles 10 de Diciembre de
2014 en la Plaza de san Pedro en el Vaticano.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hemos
concluido un ciclo de catequesis sobre la Iglesia. Ahora iniciamos una nueva
etapa, un nuevo ciclo, y el tema será la familia; un tema que se introduce en
este tiempo intermedio entre dos asambleas del Sínodo dedicadas a esta realidad
tan importante. Por ello, antes de entrar en el itinerario sobre los diversos
aspectos de la vida familiar, hoy quiero comenzar precisamente por la asamblea
sinodal del pasado mes de octubre, que tuvo este tema: «Los desafíos pastorales
de la familia en el contexto de la nueva evangelización». Es importante
recordar cómo se desarrolló y qué produjo, cómo funcionó y qué produjo.
Durante
el Sínodo los medios de comunicación hicieron su trabajo —había gran
expectativa, mucha atención— y les damos las gracias porque lo hicieron incluso
en abundancia. ¡Muchas noticias, muchas! Esto fue posible gracias a la Oficina
de prensa, que cada día hizo un briefing. Pero a menudo la visión de los
medios de comunicación contaba un poco con el estilo de las crónicas
deportivas, o políticas: se hablaba con frecuencia de dos bandos, pro y contra,
conservadores y progresistas, etc. Hoy quisiera contar lo que fue el Sínodo.
Ante todo
pedí a los padres sinodales que hablaran con franqueza y valentía y que
escucharan con humildad, que dijeran con valentía todo lo que tenían en el
corazón. En el Sínodo no hubo una censura previa, sino que cada uno podía —es
más, debía— decir lo que tenía en el corazón, lo que pensaba sinceramente.
«Pero, esto daría lugar a la discusión». Es verdad, hemos escuchado cómo
discutían los Apóstoles. Dice el texto: surgió una fuerte discusión. Los
Apóstoles se gritaban entre ellos, porque buscaban la voluntad de Dios sobre
los paganos, si podían entrar en la Iglesia o no. Era algo nuevo. Siempre,
cuando se busca la voluntad de Dios, en una asamblea sinodal, hay diversos
puntos de vista y se da el debate y esto no es algo malo. Siempre que se haga
con humildad y con espíritu de servicio a la asamblea de los hermanos. Hubiese
sido algo malo la censura previa. No, no, cada uno debía decir lo que pensaba.
Después
de la Relación inicial del Cardenal Erdó, hubo un primer momento, fundamental, en
el cual todos los padres pudieron hablar, y todos escucharon. Y era
edificante esa actitud de escucha que tenían los padres. Un momento de gran
libertad, en el cual cada uno expuso su pensamiento con parresia y con
confianza. En la base de las intervenciones estaba el «Instrumento de trabajo»,
fruto de la anterior consultación a toda la Iglesia. Y aquí debemos dar las
gracias a la Secretaría del Sínodo por el gran trabajo realizado tanto antes
como durante la asamblea. Han sido verdaderamente muy buenos.
Ninguna
intervención puso en duda las verdades fundamentales del sacramento del
Matrimonio, es decir: indisolubilidad, unidad, fidelidad y apertura a la vida.
Esto no se tocó.
Todas las
intervenciones se recogieron y así se llegó al segundo momento, es decir a un
borrador que se llama Relación posterior al debate. También esta Relación
estuvo a cargo del cardenal Erdő, dividida en tres puntos: la escucha del
contexto y de los desafíos de la familia; la mirada fija en Cristo y el
Evangelio de la familia; la confrontación con las perspectivas pastorales.
Sobre
esta primera propuesta de síntesis se tuvo el debate en los grupos, que
fue el tercer momento. Los grupos, como siempre, estaban divididos por idiomas,
porque es mejor así, se comunica mejor: italiano, inglés, español y francés.
Cada grupo al final de su trabajo presentó una relación, y todas las relaciones
de los grupos se publicaron inmediatamente. Todo se entregó, para la transparencia,
a fin de que se supiera lo que sucedía.
En ese
punto —es el cuarto momento— una comisión examinó todas las sugerencias que
surgieron de los grupos lingüísticos y se hizo la Relación final, que
mantuvo el esquema anterior —escucha de la realidad, mirada al Evangelio y
compromiso pastoral— pero buscó recoger el fruto de los debates en los grupos.
Como siempre, se aprobó también un Mensaje final del Sínodo, más breve y
más divulgativo respecto a la Relación.
Este ha
sido el desarrollo de la asamblea sinodal. Algunos de vosotros podrían
preguntarme: «¿Se han enfrentado los padres?». No sé si se han enfrentado, pero
que hablaron fuerte, sí, de verdad. Y esta es la libertad, es precisamente la
libertad que hay en la Iglesia. Todo tuvo lugar «cum Petro et sub Petro»,
es decir con la presencia del Papa, que es garantía para todos de libertad y
confianza, y garantía de la ortodoxia. Y al final con mi intervención hice una
lectura sintética de la experiencia sinodal.
Así,
pues, los documentos oficiales que salieron del Sínodo son tres: el Mensaje
final, la Relación final y el discurso final del Papa. No hay
otros.
La
Relación final, que fue el punto de llegada de toda la reflexión de las
diócesis hasta ese momento, ayer se publicó y se enviará a las Conferencias
episcopales, que la debatirán con vistas a la próxima asamblea, la Ordinaria,
en octubre de 2015. Digo que ayer se publicó —ya se había publicado—, pero ayer
se publicó con las preguntas dirigidas a las Conferencias episcopales y así se
convierte propiamente en Lineamenta del próximo Sínodo.
Debemos
saber que el Sínodo no es un parlamento, viene el representante de esta
Iglesia, de esta Iglesia, de esta Iglesia... No, no es esto. Viene el
representante, sí, pero la estructura no es parlamentaria, es totalmente
diversa. El Sínodo es un espacio protegido a fin de que el Espíritu Santo pueda
actuar; no hubo enfrentamiento de grupos, como en el parlamento donde esto es
lícito, sino una confrontación entre los obispos, que surgió tras un largo
trabajo de preparación y que ahora continuará en otro trabajo, para el bien de
las familias, de la Iglesia y la sociedad. Es un proceso, es el normal camino
sinodal.
Ahora
esta Relatio vuelve a las Iglesias particulares y así continúa en ellas
el trabajo de oración, reflexión y debate fraterno con el fin de preparar la
próxima asamblea. Esto es el Sínodo de los obispos. Lo encomendamos a la
protección de la Virgen nuestra Madre. Que Ella nos ayude a seguir la voluntad
de Dios tomando las decisiones pastorales que ayuden más y mejor a la familia.
Os pido que acompañéis con la oración este itinerario sinodal hasta el próximo
Sínodo. Que el Señor nos ilumine, nos haga avanzar hacia la madurez de lo que,
como Sínodo, debemos decir a todas las Iglesias. Y en esto es importante su oración.
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