PERSISTENTES
DIVISIONES INTRAECLESIALES
17 de Septiembre de
2014
Artículo escrito por Mons.
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
VER
Estaba visitando pastoralmente
comunidades de una parroquia, cuando llegaron dos grupos de otra, vecina, para
exponerme con preocupación las divisiones que aún persisten en su propia
parroquia. Hay diversas eclesiologías en el fondo. Un grupo condena y excluye
al otro; no toleran que se pueda vivir la fe y la pertenencia a la Iglesia de
una manera distinta a la suya. Esto les ha llevado a tener dos programaciones
paralelas, una en coordinación con el párroco, y la otra por su propio camino.
Ambos grupos se consideran católicos, pero uno pone especial énfasis en la
dimensión social de la fe; el otro, en la oración y en las celebraciones,
aunque también promueve servicios sociales a los pobres y a los enfermos.
Estamos buscando alternativas de solución, pero los corazones están alejados,
dolidos, resentidos. Aceptan al párroco, pero no al otro grupo.
Con matices distintos, sucede lo mismo
en muchas partes y en varios ambientes. Unos viven su catolicismo de una forma
tradicional, con devociones que les sostienen en su fe, pero sin muchos
fundamentos, de tal forma que son presa fácil de otras denominaciones
religiosas. Su piedad es sencilla y sacrificada, que a veces despreciamos, pero
es la que da sentido a su vida. Otros han encontrado el sabor de la Biblia, y
no sólo la leen, sino que la meditan, la oran y se esfuerzan por llevarla a la
práctica, aunque a veces insisten sólo en algunos puntos del mensaje liberador,
pasando por alto los que invitan a la oración y a la misericordia. Hay muchos
otros grupos que, sin ser muy religiosos, luchan por los derechos humanos, por
la justicia, por la ecología, por los migrantes y por los pobres en general.
Sin embargo, no siempre hay concordia entre estas diversas tendencias; no hemos
aprendido a armonizar las diferencias.
El estilo del Papa Francisco es
diferente al del Papa Benedicto, y sin embargo se aman, se respetan, se
consultan, se complementan. El estilo de Juan Bautista es muy distinto al de
Jesús, pero ambos trabajan por el Reino de Dios. El estilo del evangelista
Marcos es muy otro del de Juan, y los dos llevan a Cristo. Cada cual tiene su
matiz propio y no podemos quedarnos con uno excluyendo al otro.
PENSAR
Lo que el Papa Francisco pidió a los
coreanos, vale para todos: “Rechazar
con firmeza una mentalidad fundada en la sospecha, en la confrontación y la
rivalidad, y promover, en cambio, una cultura modelada por las enseñanzas del
Evangelio. Pedro pregunta al Señor: ‘Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le
tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?’ Y el Señor le responde: ‘No te digo
hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’ (Mt 18,21-22). Estas
palabras son centrales en el mensaje de reconciliación y de paz de Jesús.
Obedientes a su mandamiento, pedimos cada día a nuestro Padre del cielo que nos
perdone nuestros pecados, ‘como también nosotros perdonamos a quienes nos
ofenden’. Si no estuviéramos dispuestos a hacerlo, ¿cómo podríamos rezar
sinceramente por la paz y la reconciliación?
Jesús nos pide que creamos que el
perdón es la puerta que conduce a la reconciliación. Diciéndonos que perdonemos
a nuestros hermanos sin reservas, nos pide algo totalmente radical, pero
también nos da la gracia de hacerlo. Lo que desde un punto de vista humano
parece imposible, irrealizable y, quizá, hasta inaceptable, Jesús lo hace
posible y fructífero mediante la fuerza infinita de la cruz. La cruz de Cristo
revela el poder de Dios que supera toda división, sana cualquier herida y restablece
los lazos originarios del amor fraterno.
A los sacerdotes les pido, como
embajadores de Cristo y misioneros de su amor de reconciliación (cf 2 Cor
5,18-20), que sigan creando vínculos de respeto, confianza y armoniosa
colaboración en sus parroquias, entre ustedes y con sus obispos” (18-VIII-2014).
ACTUAR
Seamos generosos para abrir el corazón
a los que viven su fe de una manera distinta a la nuestra. Evitemos
descalificaciones generalizadas y valoremos cuanto de positivo hay en ellos. No
seamos de mente cerrada, sino constructores de puentes de unidad. Oremos al
Padre, como Jesús.


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