DESCUBRIR TU ROSTRO:
FIESTA DE CRISTO REY
23 de Noviembre de 2014
Homilía de Mons. Enrique Díaz
Díaz, Obispo coadjutor de san Cristóbal de las Casas, Chiapas, con ocasión
de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.
“En la lucha por el poder no hay
tregua: o friegas o te friegan”. Con rasgos de niño pero el rostro endurecido
por una larga trayectoria de cuatro años metido en “la organización”, así se
expresa el joven, con palabras agresivas e insultantes, como si quisiera
ocultar sus miedos y frustraciones. “Empecé desde abajo y desde el inicio me
dijeron que aquí no hay lugar ni para los débiles ni para los rajones. Y
ya les he demostrado que tengo los tamaños para llegar hasta mero arriba”.
Crímenes, drogas, estafas, secuestros, presiones, todo es pequeño para sentirse
el “rey del mundo”. “Con dinero, poder y buenas armas, nadie me detiene y hago
lo que quiero…” Son los sueños y ambiciones de un joven que apenas rebasa los
20 años pero se siente dueño del universo y no se detiene en los medios para
lograr sus objetivos. ¿Será feliz?
¿Qué es lo más importante en la vida?
¿El poder, el dinero, la fuerza, la fama? Cristo nos conduce por otros caminos.
Fuerte y cuestionador el Evangelio que este día parece ponernos en estado de
alerta sobre nuestro objetivo final. Es el último domingo del año litúrgico,
por tanto se le ha querido dar el sentido de plenitud, coronarlo con lo más
importante y central de toda la enseñanza de Jesús, como si quisiera lanzarnos
a una meta bien clara.
La fiesta de Cristo Rey precisa y
destaca qué es lo más importante del Evangelio y de la vida. Varias veces se le
preguntó a Jesús cuál era el más importante de los mandamientos y ahora, en una
descripción de juicio final, viene a señalar que todos los demás mandamientos
no tienen ningún fundamento si no se descubre el amor a los más pequeños e
insignificantes.
Tan grandes e importantes son, que
Jesús no duda en identificarse y señalar que el amor o el desprecio que se ha
tenido con ellos, con Él mismo se ha tenido. La extrañeza y desconcierto de
quienes han sido juzgados favorablemente o de quienes han sido condenados,
puede darnos una idea de lo difícil que puede llegar a ser cumplir este
mandamiento en aquel tiempo pero sobre todo en nuestro mundo actual.
¿Jesús asume la posición de juez y
rey que condena? Curioso que en la visión final que nos presenta el mismo
Jesús, la imagen de Juez se confunde continuamente con la de Pastor. Imponente
la figura del Hijo del Hombre que separa y coloca en distintos sitios a las
ovejas de los cabritos. Lo primero que nos enseña es que es un juez y un rey
muy diferente a todos los reyes, jefes, actuales y pasados. Nos trae a la
memoria las graves acusaciones que hacía Ezequiel en contra de los malos
pastores que trasquilaban las ovejas, que las tragaban y maltrataban cuando
estaban puestos para cuidarlas.
Acusación grave y actual, donde se
asume el poder para el propio beneficio y, amparado en las estructuras
económicas, se olvida del bienestar de las mayorías. Por eso en la primera
lectura, contrapone Ezequiel a esos malos pastores, el amor inconmensurable
de un pastor que entrega su vida y sus cuidados a la oveja herida y débil. Pero
también es muy claro su papel de acusación porque “yo
voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos”.
Al final no importa el poder sino el
servicio y el amor que se convierten en la clave decisiva para saber si somos
fieles al Evangelio de Jesús. Son muy claros los parámetros sobre los cuales se
nos juzgará. Si hemos contemplado y escuchado a Cristo, tenemos que saberlo
descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que Él mismo ha querido
identificarse.
La página de este día no es una simple
invitación a la caridad, ni siquiera un reconocimiento de las obras de
misericordia; es el elemento fundamental con el cual comprueba la Iglesia
su fidelidad como Esposa de Cristo. Si nos atenemos a las indiscutibles
palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una presencia especial
de Jesús, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos. ¿Cómo la
estamos cumpliendo.
A veces nos hacemos ilusiones que con
una misa o un rezo estaremos cumpliendo fielmente el Evangelio, pero es que la
Eucaristía es señal del Banquete Celestial y si no se tiene el compromiso con
los hermanos quedará hueca y vana, no hará hermandad, no tendrá su sentido pleno.
El Papa Francisco constantemente nos
sacude con expresiones que exigen una coherencia entre nuestra fe y nuestro
compromiso cristiano: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre,
y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el
desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad… El corazón de Dios
tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo «se hizo
pobre» . Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres… Sin la opción preferencial por los más pobres, el anuncio
del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser
incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras”.
Concluye el año litúrgico. Miremos
hacia atrás y reconozcamos si hemos descubierto el rostro de Jesús en los necesitados.
Sus palabras también nos hablan del momento final: urge revisar muy bien
nuestras vidas y examinar si tienen el sentido que Jesús nos pide para ser
verdaderamente sus discípulos.
¿Hemos reconocido a Jesús? ¿Miramos su
rostro en el rostro cansado y sin ilusión de los pobres? ¿Lo atendemos en las
interminables filas de menesterosos que se mueven a nuestro lado? ¿Somos
capaces de reconocer el rostro de Jesús en los más pequeños? Si no, estaremos
errando nuestro discipulado y seguimiento de Jesús. No basta gritar ¡Viva,
Cristo Rey! Tenemos que reconocerlo en donde Él nos dice que está más presente:
en el pobre.
Señor Jesús que te has hecho herida,
pobreza y necesidad en cada uno de los pequeños, ayúdanos a descubrir tu
rostro, a amarlo y a cuidarlo. Amén.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario